ALMANAQUE CATASTRÓFICO DE 2007. LOS DESASTRES NATURALES EN UN AÑO.

Objetivos

Analizar el número, tipo, distribución geográfica y repercusiones sobre la población durante un año natural (2007) de los desastres acaecidos en todo el planeta es el objeto principal del presente escrito. El trabajo intenta poner de manifiesto el enorme daño que causan las catástrofes naturales sobre las poblaciones humanas, así como computar cuáles son las que más daños económicos ocasionan, cuáles son las que más muertes dejan o cuáles son las catástrofes más numerosas a lo largo de 365 días. Además, se plasmará la información recogida así como resultados en formato estadístico mediante tablas y gráficas, en formato cartográfico mediante mapas temáticos específicamente realizados para este almanaque catastrófico y, en formato escrito con una introducción y conclusiones.

Metodología

a. Compilación del material bibliográfico, electrónico y cartográfico necesario.

b. Elaboración de un guión del trabajo donde se refleje la estructura y los temas a tratar en el mismo.

c. Análisis, filtro y elección de la información acumulada para una mayor eficiencia.

d. Realización de la Introducción que contenga las peculiaridades o especificidades del trabajo así como una primera toma de contacto con el tema a tratar.

e. Desarrollo de la parte estadística y cartográfica, tabulando la información recogida en tablas, creando gráficas que muestren claramente los resultados y realizando mapas que dibujen la distribución, intensidad e impacto socio-económico de las diferentes catástrofes y tipos de riesgos tabulados. (Importante indicar la fuente en cada elemento estadístico, gráfico y cartográfico).

f. Elaborar unas conclusiones breves y concisas que relacionen en la medida de lo posible los resultados obtenidos con el temario de la asignatura.

g. Montar las diferentes partes del trabajo de bien estructurada, atractiva y sugerente para el lector.

h. Lectura y revisión.

Fuentes

Para la realización de este almanaque se van a conjugar básicamente dos tipos de fuentes indirectas, esto es, elaboradas por otras personas. Las fuentes bibliográficas se referirán a libros, revistas, periódicos y apuntes de clase principalmente. Este trabajo, se apoya fundamentalmente en las fuentes de tipo electrónico (Internet), consultando webs de organismos, instituciones, revistas, periódicos, etc. La utilización de estas fuentes, puede llevar a la conclusión acertada de que la información recogida para este trabajo es sesgada. Obviamente, aunque no es imposible, si es muy complicado el registro de cada uno de los fenómenos naturales que afectan en mayor o menor medida a las poblaciones. Así, el trabajo, trata de recopilar aquellas fuentes que ofrecen una mayor cantidad de información y mayor credibilidad, teniendo en cuenta que ni mucho menos este almanaque catastrófico va a recoger todas las catástrofes ocurridas en el planeta durante el 2007, pero si las más importantes a nivel mundial, importancia dependiente de factores económicos principalmente.

Introducción

Las personas que regularmente leen el diario o ven informativos en la televisión, son testigos de que prácticamente cada semana una catástrofe provoca estragos en diferentes lugares del mundo. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define catástrofe como “Suceso en el que hay gran destrucción y muchas desgracias; como un accidente ferroviario grave, un incendio o una inundación.” Por tanto catástrofe incluye fenómenos no relacionados con la naturaleza y los que sí lo están. Quede de ante mano dicho que en este trabajo sólo se van a tratar las catástrofes naturales, es decir, un accidente ferroviario grave no lo sería aunque si el accidente es causado por un desprendimiento o corrimiento de tierra y barro debido a lluvias torrenciales si entraría dentro de las consecuencias que un fenómeno natural tiene sobre la población, sus estructuras y sus actividades sobre el medio natural, así pues de esto precisamente tratará este trabajo.

Se van a dividir los capítulos en los doce meses del año, de manera que en cada capítulo se expondrán las catástrofes sucedidas y sus consecuencias, así como tablas, gráficas e imágenes. Al final en los anexos se incluirán los mapas mensuales y anuales que se crean necesarios para apoyar el análisis anual y mensual de las catástrofes acaecidas. También se incluirá un apartado de conclusiones que resuman el trabajo y lo relacionen con el temario de la signatura en la medida de lo posible.

Es obvio, el pensar que fenómenos naturales del tipo que hoy consideramos adversos han existido siempre. A uno, no se le ocurre imaginar un planeta tierra sin rayos, inundaciones, corrimientos de tierras, terremotos, erupciones volcánicas o incluso impacto de meteoritos antes de la aparición del homo sapiens en escena. Es más, muchos de estos fenómenos naturales han quedado registrados en las rocas, fenómenos que ocurrieron cientos de millones de años antes de nuestra civilización contemporánea son visibles hoy gracias al estudio pormenorizado que de las rocas realizan los estudiosos. Algunos de los momentos prehistóricos más cruciales, como la desaparición de los dinosaurios, intentan explicarse hoy mediante teorías que incluyen tales fenómenos como causa plausible de su extinción. Muchas civilizaciones antiguas sufrieron lo suyo ante tales fenómenos, recordemos por ejemplo el caso de Pompeya o que decir de las alusiones de la Biblia al diluvio universal. Los fenómenos naturales se convirtieron en catástrofes desde el preciso momento en que empezaron a dejar muertos, casas destruidas, cultivos arrasados. En los últimos siglos, existe un registro mucho más detallado de estos fenómenos adversos, como se ha visto en clase, podemos acudir a las rogativas religiosas de hace siglos para distinguir períodos de sequías.

En la actualidad, se defiende desde muchos sectores de la población que las catástrofes naturales son cada vez más frecuentes y más virulentas, no obstante cabe preguntarse si es el aumento de la población mundial, su dispersión ocupando cada vez más territorio y su increíble aumento de densidad y de núcleos de población de más de veinte millones de personas no han sido en realidad las causas más probables de que cada vez más los fenómenos naturales adversos incidan con mayor frecuencia sobre la población. Podríamos poner varios ejemplos de tal cosa aplicando simplemente la lógica. Imaginemos los Estados Unidos de América hace 10.000 años, por entonces, pequeñas poblaciones de nativos se dispersaban por el vasto territorio en un clima más o menos similar al actual. Es obvio pensar que hace diez mil años se produjeran fuertes lluvias, tormentas con aparato eléctrico, terremotos o erupciones volcánicas. Lógicamente las consecuencias de tales fenómenos eran muchísimo menores en aquel territorio escasísimamente ocupado por apenas escasos cientos de miles de indios nativos, es decir, por lógica y por probabilidad cuanta más gente haya ocupando más territorio hará que haya una mayor probabilidad de que un rayo impacte sobre una casa, una persona o un campo de cultivos. Ahora bien, este ejemplo contrasta unas poblaciones con diez mil años de diferencia en el tiempo, desde 1900 la población de Estados Unidos se ha casi quintuplicado pasando de unos 76 millones a 300 millones en la actualidad, aún así no llegan a ocupar ni el 10% de todo el territorio nacional, por tanto, siguiendo con el argumento probabilístico, con el aumento de población aumentará la probabilidad de que fenómenos virulentos afecten a la misma, lógicamente.

Otro ejemplo que podríamos usar para discutir el supuesto aumento de la frecuencia y virulencia de fenómenos naturales adversos sería el aumento de las diferencias entre ricos y pobres. Esto supone que las poblaciones pobres aumentan cada vez más en número, las viviendas que construyen en la mayoría de casos presentan graves deficiencias estructurales y son verdaderas trampas humanas ante fuertes lluvias, vientos, seísmos, etc. Además, es por todos sabido que estas diferencias son las causantes del gran contraste en las cifras de fatalidades, así, un terremoto en Japón de 6,5 grados tal vez mate a una decena de personas o incluso a ninguna, mientras el mismo seísmo en la China rural podría causar miles de muertos.

En el afán constructivo de nuestra sociedad actual, es donde reside a mi juicio, el aumento de siniestralidad y daños económicos. Con nuestra expansión territorial y nuestro desarrollo tecnológico, nos creemos capaces de controlar los elementos naturales, capaces de contener su fuerza, capaces de desafiar fenómenos que aún hoy somos incapaces de predecir con exactitud. Nada es perfecto, y seguramente esta afirmación no cambie en el transcurso de la historia. Los efectos del Katrina fueron un ejemplo de ello. Aunque creamos estar preparados para mantener a raya cualquier cosa, la verdad es que parecemos niños construyendo castillos de arena cada vez más gigantescos. Nadie duda que avancemos en muchos aspectos aunque en otros retrocedamos. La naturaleza tiende al equilibrio, las enormes cantidades de energía liberadas durante los fenómenos naturales virulentos se liberan porque deben liberarse, porque existe un ciclo que se cumple y que no podemos parar.

Estos ejemplos hacen que este trabajo no se pare a comparar las cifras de muertos, siniestros, destrucción de estructuras y demás daños entre el 2007 y otros años. Aunque sería interesante tal análisis, este trabajo pretende, como ya se ha comentado con anterioridad, resaltar qué tipos de fenómenos se repiten con mayor frecuencia en un año natural concreto, las consecuencias socio-económicas que producen, su distribución en el planeta, etc.

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