24 agosto 2010

El crimen en Sudáfrica, los grandes contrastes.

 CRIMINALIDAD EN SUDÁFRICA: PRINCIPALES ESPACIOS URBANOS CONFLICTIVOS Y ATAQUES EN EL ESPACIO RURAL
Carlov M. Zaroti



Resumen:
Hace bastantes años que Sudáfrica, a parte de ser conocido como el país más rico del continente africano, lo es también por sus elevados índices de criminalidad, que lo sitúan en lo más alto del ranking mundial. En esta comunicación se intentan analizar varias cosas: la complejidad del crimen en el rural y el urbano, el factor histórico como un factor más para entender la delincuencia y, los increíbles contrastes sociales que se reflejan, sin lugar a dudas en las estadísticas criminológicas.
Palabras clave: Apartheid, ataques a granjas, violación y urbanización acelerada.

Abstract:
Quite a few years ago that South Africa, apart from being known as the richest country on the African continent, it is also because of its high crime rates, which lie at the top of the world rankings. This communication is attempting to analyze several things: the complexity of crime in rural and urban areas, the historical factor as a further factor in understanding the crime, and the incredible social contrasts that are reflected undoubtedly in criminological statistics.
Keywords: Apartheid, farm attacks, rape and accelerated urbanization.

Resum:
Fa bastant de temps que Sudàfrica, a part de ser conegut com el país més ric del continent Àfrica, ho es també pels seus elevats indexos de criminalitat, que el situen en el més alt del ranking mundial. En aquesta comunicació s’intenten analitzar diferents coses: la complexitat del crim en el rural i l’urbà, el factor històric com un factor més per entendre el fenomen de la delinqüència i, els increïbles contrastos socials que es reflecteixen, sense dubtes, a les estadístiques criminològiques.
Paraules clau: Apartheid, atacs a granges, violació i urbanització accelerada.

Sudáfrica, como país, presenta una serie de singularidades que lo hacen si más no, especial a nivel del planeta. Esta nación austral, es extraordinariamente rica en recursos minerales ( en 1867 se descubren diamantes y en 1886 oro), lo que provoca que en la actualidad posea una floreciente economía de mercado. Las cotas de aparente bienestar, no poseen parangón en el resto del basto continente africano, pero, el conocido apartheid que inició su modificación a finales de los ochenta, explica en parte, porque en la actualidad existen fuertes desequilibrios entre la población blanca y negra, y, porque se considera todavía a Sudáfrica como un país en vías de desarrollo.
A parte de esta brevísima descripción general de Sudáfrica como país, se debe añadir a colación con esta comunicación, que, hoy en día, Sudáfrica tiene el triste récord de ser uno de los países con índices de criminalidad más altos, exceptuando claro esta, a aquellos países que, por circunstancias varias, se encuentran inmersos en conflictos bélicos. En Sudáfrica, se comete un delito grave cada diecisiete segundos; cada dos minutos se comete un robo a mano armada, cada tres una violación y, cada media hora un asesinato. Según los expertos, cuatro millones de armas de fuego ilegales circulan por el país, lo que viene a explicar que en torno a un 90% de los crímenes cometidos en el país sea con violencia de por medio. El índice de criminalidad ha subido notablemente en los últimos años. Asaltos con armas de fuego, "tirones", robos y ataques a vehículos (hijacking) al parar en un semáforo, o en los parking, son moneda corriente en los centros de las principales ciudades (Johannesburgo, Pretoria, Ciudad del Cabo, Durban). El gobierno de Sudáfrica redobló el combate contra la violencia sexual, de la que no logran escapar un tercio de las niñas y un quinto de los niños y adolescentes menores de 18 años. Cada año, un millón de mujeres son víctimas de violaciones, convirtiendo a Sudáfrica, con 42 millones de habitantes, en el país con mas proporción de delitos sexuales del mundo. Las reformas judiciales y legislativas fueron dispuestas tras una ola de violaciones de niñas y bebes, que llegó a los titulares de la prensa internacional a finales del año pasado.

La criminalidad en la comunidad agrícola sudafricana: ataques a granjas

La comunidad agrícola se ha visto afectada por lo que se conoce como ataques a las granjas desde hace ya bastantes años. Este hecho, era relativamente desconocido hará cosa de unos veinte años, cuando su esporadicidad les restaba importancia. Los ataques que se produjeron en el ámbito rural eran, en gran parte, llevados a cabo por los movimientos de liberación, especialmente en las zonas a lo largo de las fronteras del país con Zimbabwe y Mozambique. Esos ataques consistieron principalmente en la siembra de minas terrestres por “Umkhonto Sizwe”, el brazo armado del Congreso Nacional Africano, o por el Ejército de Liberación del Pueblo de Azania, el brazo armado del Congreso Panafricanista. Había sólo esporádicos ataques directos a los propios agricultores. Tale ataques no constituían una amenaza global.
Desde comienzos de los años noventa, ha habido un constante aumento de la incidencia de ataques a granjas. Lamentablemente, hasta 1997 las estadísticas no comenzaron a mostrar datos sobre este tipo de criminalidad o delincuencia. La razón de esto es que no existe un delito específico, como “ataque a una granja agrícola”, la policía, registro tales delitos como asesinatos, violaciones y el robo a mano armada junto con crímenes similares en las zonas urbanas. Sin embargo, diversas organizaciones agrícolas mantuvieron algunas estadísticas. El South African Agricultural Union (SAAU, ahora Agri SA, la misma organización que aglutina a la mayoría de los agricultores comerciales en el sur de África) inició la recopilación de estadísticas en 1991. Si se leen los datos estadísticos que ofrecen, vemos que la cifra de ataques a granjas entre 1991 y 2001 aumentó de 327 casos con 66 asesinados a 1011 casos de ataques y 147 muertos. En total, desde que existe algún tipo de estadística al respecto se han llegado a contabilizar 6122 ataques a granjas con un total de 1254 muertos.

Debido a la aparente aumento de la frecuencia y brutalidad de los ataques, se hizo evidente que había que hacer algo al respecto. Durante una reunión del Consejo Nacional de Coordinación de Operaciones (NOCOC), que coordina las actividades del Servicio de Policía de Sudáfrica (SAPS) y la South African National Defence Force (ARENA) a nivel nacional, el 4 de febrero de 1997, los representantes de la entonces Unión Agrícola de Sudáfrica pidió que se tomasen medidas para contrarrestar el problema.
En primer lugar, el ataque a granjas agrícolas se tipifica como un delito específico que requiere de una atención especial por parte de las autoridades. De esta forma se convirtió en uno de los llamados "crímenes de prioridad”, que incluyen la violencia en taxi, crimen organizado, la malversación de fondos y robo de bancos. Además, gracias a las buenas estadísticas proporcionadas en el período de once años hará que se mantengan planes específicos sobre aspectos diversos y relativos a los ataques a granjas en un futuro.
 En segundo lugar, se nombró a un equipo de tareas, que visitó todas las provincias y se refirió a un gran número de partes interesadas, incluidos los agricultores, trabajadores, personal de las fuerzas de seguridad y gente de negocios. Como resultado fue redactado un Plan de Protección del Rural, que fue anunciado por el Presidente Nelson Mandela durante una reunión con el SAAU el 14 de octubre de 1997. La fecha de aplicación era el 1 de diciembre de 1997. El objeto del plan era fomentar que todos los afectados en las zonas rurales trabajasen de manera coordinada y conjunta en la seguridad, planificación, acción y vigilancia, con el fin de combatir la delincuencia en las áreas rurales.
 A pesar de la introducción del Plan de Protección Rural y otras medidas adoptadas, las cifras oficiales que el SAPS ofreció indicaban que existía un fuerte aumento en la incidencia de ataques a granjas, pasando de 433 en 1997 a 767 en 1998. El objetivo era llegar a un consenso en torno a un futuro proceso de las zonas rurales para hacer frente a la seguridad en general, y agrícola en particular. Al final de la reunión oficial se aprobó la Declaración que condena los asesinatos y otros delitos que afectan a la agricultura y las comunidades rurales, se reconocía el problema tan complejo y polifacético, se destacó la importancia de la aplicación efectiva de la ley, se reconocía la necesidad de involucrar a todas las personas en el plan de protección de las zonas rurales, se abogó por la cooperación, se refirió a las mejoras del sistema de justicia penal, se reconocían los derechos de las víctimas y se hacia hincapié en la necesidad de continuar con la investigación, esfuerzo sostenido y la necesidad de fortalecer los valores morales.
Con estas medidas la incidencia en los ataques no descendió, aunque hubo
signos de estabilización de la situación. Más y más agricultores comenzaron a creer que se trataba de algo más que delincuencia común. En especial la Unión Agrícola Transvaal (el TAU, ahora la Unión Agrícola Transvaal de Sudáfrica), que se habían separado del resto de Agri SA, destacó el aumento de la incidencia de ataques en granjas,  con a menudo una crueldad exhibida por los delincuentes, la ' Precisión militar 'con la que muchos de los ataques fueron ejecutados, el hecho de que, a veces, nada fuera robado y la incapacidad de las fuerzas de seguridad para tratar eficazmente el problema. Se dedujo que los ataques a granjas tenían una inspiración política y que el verdadero objetivo era que la tierra pudiera ser ocupada por la mayoría negra. Algunas personas llegaron a acusar a la SAPS de encubrir, e incluso de complicidad en los ataques a granjas.
 En enero de 2001, el entonces Ministro de Seguridad y Vigilancia, el Sr. Tswete, indicó que el fenómeno de los ataques serían investigados de manera independiente del resto de delitos para establecer de forma clara los motivos de tales ataques. Su anuncio, sin embargo, fue seguido por otra serie de graves ataques, entre ellos algunos en la provincia noreste, que fueron particularmente horribles. La comunidad agrícola se levantó en armas, y la prensa se hizo eco de los agricultores y su lema: “Genoeg genoeg!” (“Basta ya”). El Ministro Tswete, fue a la provincia noreste a quejarse junto a las familias. También se dirigió a la comunidad agrícola en Marikana. Durante estas reuniones, el Ministro prometió que no dejaría a los agricultores a su propia suerte, y anunció que una comisión sería designada para llevar a cabo una investigación independiente para investigar el fenómeno de los ataques.
El hecho diferencial de la delincuencia o crímenes pertrechados en el ámbito rural sudafricano, hace muy complicado su estudio y análisis, y, como hemos visto, su vertiente política le confiere un mayor grado de complejidad. En los últimos años, se acusó al propio Ministro Tswete de una doble moral en el caso de los ataques a granjas agrícolas e incluso de ser coparticipe de dichos ataques, lo cual nos demuestra lo intrincado del problema con este tipo específico de delincuencia en el país.

La delincuencia urbana sudafricana
Sudáfrica, como se ha comentado anteriormente, constituye un caso particular en cuanto a su desarrollo se refiere. Su economía es equiparable a la de cualquier país desarrollado, pero socialmente, el crimen y la herencia que el apartheid dejó lo han situado en el top cinco del ranking de la inseguridad. Alrededor de 19.000 asesinatos fueron cometidos en el país en el período 2005-06, esto significa, que es una cifra nueve veces superior a la que registran los Estados Unidos y hasta veintisiete veces más que en el caso británico, por poner un ejemplo.
La delincuencia es un problema grave. Según una encuesta para el período 1998-2000 realizada por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Sudáfrica se situaba en segundo lugar del mundo en asaltos y en asesinatos per cápita, además se situaba en el segundo lugar en número total de violaciones y la primera en violaciones per cápita. Otros datos, situaban a Sudáfrica en el segundo puesto mundial de asesinatos per cápita y el primero en agresiones con violencia. Hay que tener en cuenta que estas estadísticas sólo compara las estadísticas de alrededor de 60 países (no se incluyen aquellos que están en procesos bélicos).
Cifras de la INTERPOL, demuestran que, en 2002, Sudáfrica experimentó 114,8 homicidios por cien mil habitantes, la más alta del mundo y la tasa de asesinatos alrededor de cinco veces superior a las del segundo país, Brasil. A partir de 1998, Sudáfrica encabezó por un pequeño margen a nivel mundial las denuncias de asesinatos y robos a mano armada.
El Instituto Interregional de las Naciones Unidas para Investigaciones sobre Delincuencia y Justicia también han llevado a cabo una investigación sobre  víctimas de delincuencia con violencia, Sudáfrica posee tasas más bajas de delincuencia violenta que muchos países africanos y sudamericanos.
Como ocurre por ejemplo, con el umbral de población urbana que cada país establece para considerar un núcleo de población como ciudad, la comparación de las estadísticas nacionales en cuanto a delincuencia, entre los países, es controvertida. No todos los países registran estas estadísticas con la misma exactitud y cada país tiene su propia definición de cada tipo de delito. Por tanto, se ha de mencionar que estas comparaciones están sujetas a este hecho diferencial.
La delincuencia, ha tenido un pronunciado efecto en la sociedad: muchos ricos sudafricanos se trasladaron a comunidades cerradas. Este efecto fue más acusado en Johannesburgo, aunque la tendencia se observa en otras ciudades. Para muchos emigrantes de Sudáfrica la delincuencia también es un factor importante en su decisión de partir. Los crímenes a los agricultores comerciales ha seguido siendo un problema importante en el país. Sudáfrica también tiene un mal historial de secuestros de automóviles, en comparación con los países industrializados en gran medida asociado a la baja tasa de propietarios de coches.
Los crímenes violentos, como asesinatos y robos han disminuido en los últimos años, en el año 2004 se observó un descenso del 4,6% y 5,3%, respectivamente, para estos dos delitos. Sin embargo, delitos como los secuestros, las violaciones, el maltrato de niños, la violencia pública, los daños a la propiedad, etc,  no han seguido este camino de deceleración (gráfica 1). El robo de dinero en tránsito, robos en residencias, los crímenes por drogas y otros robos en particular han demostrado ir en aumento. La situación de las violaciones se ha convertido en tan mala que el país ha sido denominado “la capital del mundo de la violación”.
Recientemente, el gobierno promovió un conocido programa de amnistía de pistolas para reducir el número de armas en circulación. Además, aprobó la Estrategia Nacional de Prevención del Delito en 1996, que tenía por objeto prevenir el delito mediante el fortalecimiento de las estructuras comunitarias y ayudar a los individuos que habían delinquido a volver al trabajo.
Si bien, todos estos esfuerzos parecen haber caído en saco roto, ya que el gobierno ha sido criticado por no hacer lo suficiente para detener la delincuencia. Algunos cuestionan la eficacia del Servicio de Policía de Sudáfrica. Además, el Gobierno fue criticado cuando durante la visita del Ministro de Seguridad de Burundi, que llegó al país para supuestamente promocionar la paz y la democracia, se produjeron una serie de delitos en Gauteng. Esta serie incluyó el asesinato de un número alarmante de personas, entre ellas miembros del Servicio de Policía de Sudáfrica asesinados mientras desempeñaban sus funciones. La crítica precedió un anuncio del ministro de que el gobierno pondría todo su empeño en sofocar el alarmante aumento de la delincuencia, 30 de diciembre de 2006. Sólo en una provincia de Sudáfrica, 19 oficiales de policía perdieron la vida en los siete primeros meses de 2006.
El Ministro de Seguridad, Charles Nqakula, causó indignación entre los sudafricanos, en junio de 2006, cuando respondió a los parlamentarios de la oposición, los cuales no estaban satisfechos de que se hiciera lo suficiente para contrarrestar la delincuencia, que se dejaran de lloriqueos y que si no les gustaba la situación dejarán el país.
El proceso de urbanización, y, en particular la rápida urbanización, se erige como una de las causas de desempleo urbano, del crecimiento masivo de asentamientos (especialmente en zonas adyacente a las zonas pobres), así como también, por causa de la desaparición de la economía de subsistencia rural y de la red de apoyo social. La llegada a la ciudad, genera un aumento en las expectativas y genera una nuevas necesidades, como por ejemplo, la de hacerse con un teléfono móvil como símbolo de estatus o posiblemente como medio esencial de comunicación con los parientes que viven lejos o para la exploración de las oportunidades de empleo. Se genera en estas zonas urbanas un fuerte crecimiento de la privación relativa causada por el marcado y visible contraste entre los ricos y los pobres (por ejemplo, la diferencia entre las circunstancias económicas en Sandton y Alexandra en la provincia de Gauteng, que están básicamente separados por una carretera).
La ausencia de la economía de subsistencia y de la red de apoyo social (con frecuencia existentes en las zonas rurales) provocan un aumento de la pobreza absoluta en el medio urbano. Esto, hace que se den las circunstancias necesarias para la aparición de los delitos de necesidad a pequeña escala, como el allanamiento de morada o el robo con el fin de adquirir artículos de primera necesidad, como alimentos.
 Con todo esto, en las ciudades, sobretodo las que presentan mayores contrastes sociales y económicos (Johannesburgo y Ciudad del Cabo), aparecen los asentamientos informales, lugares presentes en espacios abiertos, sobretodo en la periferia. Estas zonas son extremadamente difíciles para la policía porque no existen direcciones fijas, ni nombres de calles, ni numeración de las casas, etc. El resultado es que la asistencia de cualquier tipo llega tarde. Así, por ejemplo, las personas suelen morir con bastante frecuencia por heridas producidas durante una pelea a causa de este retraso. Pero, no sólo es este el problema, también es extremadamente difícil y, a veces imposible, trazar la incidencia de la delincuencia en estas zonas y, por tanto, elaborar un mapa de criminalidad. La frecuente falta de calles y el alumbrado en los asentamientos informales ponen en peligro la seguridad y la libre circulación de las personas a todas horas, pero en particular después del anochecer. Esto convierte en un empresa de alto riesgo las patrullas de policía en esas zonas. La situación se ve agravada por el hecho de que el transporte público y los vehículos privados se enfrentan a la incapacidad de poder descargar a las personas y equipaje a la altura de sus hogares, tienen que caminar a través de oscuras callejuelas, con lo que facilita el ruin trabajo de indeseables ladrones y violadores. Las chozas o estructuras informales de estos asentamientos no proporcionan una protección adecuada contra los delincuentes, éstos, pueden fácilmente penetrar en esas estructuras (especialmente las ocupadas por familias en la que predominan mujeres, familias monoparentales y  familias compuestas sólo de niños) para robar, saquear, matar, asaltar o violar a los ocupantes.
 Estos asentamientos informales presentan una mayor probabilidad de atraer a una mayor concentración de personas que se suscriben a los siguientes criterios: los que acaban (o hace relativamente poco) de trasladarse a la ciudad desde las zonas rurales, las personas con niveles educativos más bajos que están menos capacitados para el trabajo en la ciudad, las personas que están en el paro, personas de origen extranjero, personas que están desnutridas y en malas condiciones de salud y, en general, aquellos que se sienten frustrados con la falta de asistencia que reciben del Gobierno y que consideran a los funcionarios gubernamentales (incluida la policía) como parte de su problema y no de la solución.
Por último, pero no menos importante, la falta total de deportes y otras instalaciones de esparcimiento y culturales, de entretenimiento tanto en los asentamientos informales como en las nuevas barriadas. Las personas, y los niños en particular, no tienen nada que hacer en ese entorno, su divertimento consiste en visitar tabernas, bares, regentar la calle, etc.

Los casos de Johannesburgo y Ciudad del Cabo
Aunque ciertamente, este apartado podría incluir otras ciudades, como Pretoria o Durban, donde los índices de criminalidad son también elevados, nos fijaremos en la capital, situada en la provincia de Western Cape, y en Johannesburgo, la conocida como la capital del crimen por los elevados porcentajes de delitos que se cometen en la ciudad más poblada del país.
Es innegable, el hecho de que muchas personas y autores de trabajos en la materia, relacionan cierto grado de criminalidad o delincuencia con determinados grupos de población. En el mapa 3, se muestran datos que, en primer lugar, vienen a demostrar que las  zonas más densas de la capital legislativa del país, son en las que se concentran un mayor número de delitos. Y, en segundo lugar, que según datos de la SAPS (South African Police Service), esas zonas más densas, se corresponden con zonas habitadas principalmente por población de ascendencia africana o mestizos. Obviamente, como ocurre en cualquier país, aquellas capas sociales de población de menores recursos económicos, con mayores tasas de desempleo, alfabetización, etc, son las que en principio más delinquen, aunque como ya vimos, otros factores históricos y de estructura urbana-política se añaden a la situación.
 
En el mapa 4, correspondiente a Johannesburgo, se da básicamente el mismo patrón que en Ciudad del Cabo, esto es, en las zonas habitadas por la población blanca y mayoritariamente rica, el número de delitos es el menor, recordemos que la población blanca suele vivir en urbanizaciones cerradas y constantemente vigiladas. En cuanto a la densidad, hay que decir que en Johannesburgo, los delitos se encuentran algo más repartidos o dispersos por la ciudad, mientras en la capital existía mayor grado de concentración.
Tanto Ciudad del Cabo, como Johannesburgo, vienen a representar en torno a un 6% del total de delitos que se cometen en todo el país (tabla 1) respectivamente (gráfica 2). No obstante, cabe mencionar, que a grandes rasgos, el resto, queda repartido también en áreas urbanas que principalmente vendrían a situarse al este de Sudáfrica, como Durban, Pretoria, Port Elizabeth, East London, Pietersburg, etc. Los niveles más bajos de delitos se hallan al oeste, zonas donde predominan los grupos de población blanca y mestiza.
Si analizamos los delitos con mayor relevancia en cuanto a su cantidad, observaremos que , en efecto, en los último tres años, existe una ligera disminución de algunos delitos en ambas ciudades como por ejemplo el robo en locales residenciales (gráficas 3 y 4). Sin embargo, si retrocedemos cinco años, hasta el 2001, apreciamos que algunos delitos, siguen rondando las mismas cifras en 2006 o incluso las superan. Así, los asaltos (tanto comunes como con agravantes) aumentaron. Las violaciones, se mantuvieron en Johannesburgo y aumentaron en Ciudad del Cabo. Mientras, los homicidios e intentos de asesinato descendieron suavemente en ambos núcleos urbanos.

Johannesburgo, conocida también como la “Ciudad del Miedo”, fue construida sobre el oro descubierto hace más de un siglo, es aún una máquina de hacer dinero, pero diez años después de la abolición del apartheid, la ciudad más próspera de Sudáfrica también continúa siendo también una urbe violenta y dividida (Godwin, 2004). El centro de Johannesburgo ha cambiado su aspecto en los últimos años. Ocupado en el pasado por empresas de los blancos, en los setenta, éstos se mudaron a las afueras y los negros accedieron así a la zona céntrica. En los noventa, los dueños desatendieron sus propiedades, los inversores se retiraron y la mayoría de blancos abandonó definitivamente la zona, con lo que el centro urbano se convirtió en un hervidero de delincuentes y gente pobre.
Johannesburgo se ha convertido también, en el refugio predilecto de una élite cosmopolita de africanos negros, la llamada waBenzi o tribu que conduce Mercedes Benz .
Cabe destacar un anécdota estadística importante que hace referencia a los datos de delitos en Johannesburgo. En julio de 2000, el Gobierno dejo de publicar las cifras correspondientes a los delitos, para volver a presentarlas al año siguiente con una clasificación distinta, una media pensada, según los críticos, para maquillar las malas noticias. De todas maneras, los titulares de los periódicos espeluznan: en las zonas peores se roba a una persona de cada tres anualmente. El asesinato en el conjunto del área metropolitana es de 60 víctimas por cada cien mil habitantes, una tasa, que triplica a la de la ciudad más peligrosa de los Estados Unidos, Chicago. En la actualidad, pocos turistas se detienen en Johannesburgo, prefieren viajar directamente a parques nacionales o a la costa.
Las oleadas de delincuencia en Johannesburgo, no son nuevas ni mucho menos. Desde su fundación en 1886 cuando se descubrió una roca ricamente veteada en oro, ha sido un lugar por lo menos inseguro. Tal descubrimiento resultó formar parte de una gruesa veta mineral de cien kilómetros de largo. En su centro, se estableció una excavación pública que fue bautizada como Johannesburgo, nombre del agrimensor. Pero todos los inmigrantes negros reclutados al más puro estilo de la esclavitud europea para trabajar en las minas la conocieron siempre como eGoli, la ciudad del oro.
En Johannesburgo, la situación de inseguridad ha llegado a tales niveles (72 atracos y 227 robos al día), que los comercios de particulares se ven obligados a contratar a guardias de alquiler. La violencia heredada de los tiempos del apartheid, junto con la pobreza y desigualdad actuales fomentan la anarquía. Para mayor desgracia de los ciudadanos de Johannesburgo, la corrupción policial se encuentra a la orden del día. En 1999 estaban siendo investigados 4374 miembros por esta causa, entorno a un 5% de toda la plantilla.

Conclusiones

Aunque en esta comunicación podría haber incluido datos sobre la mortalidad causada por la delincuencia y el crimen, el hecho de que la delincuencia en Sudáfrica marca a la sociedad no hubiera cambiado. Es decir, desde la primera línea he intentado reflejar el increíble contraste, que existe en Sudáfrica cundo hablamos de su economía a escala global, y el estado político y social real que se padece. Sudáfrica, tras haber analizado los datos que se han aportado, me parece cada vez más un país dentro de otro país. Un grupo de población blanco que parasita al resto de grupos, que se encierra en ciudades valladas, que explota las riquezas inagotables del país y, que sigue culpando a los negros de la involución social en las ciudades públicas. El apartheid, bajo mi punto de vista, es el hecho diferencial, que ha propiciado que la transición democrática en Sudáfrica se haya quedado a medias. Por su parte, los negros se han establecido mayoritariamente en las áreas más deprimidas, con menor cobertura gubernamental, social, policial, etc, zonas en las que la delincuencia, crímenes y el sida causa estragos en la población.
Geográficamente, Sudáfrica por su situación física, pero también económica, se ha convertido en un imán que atrae la inmigración de los países vecinos. Una población entrante, que se une a la miseria reinante entre el grupo de población negra mayoritaria, y que hace que aumente paulatinamente la inseguridad allí donde se concentran, los núcleos urbanos.

Bibliografía

GODWIN, P. Ciudad de miedo, Ciudad de esperanza. Johannesburgo. Revista National Geographic. RBA Revistas, S.A. Abril de 2004.
VV.AA. Geografía Universal. África. Tomo 12. Editorial Grupo Océano. Madrid. 1994.
VV.AA. Atlas National Geographic. Tomo 7. África II. Barcelona: RBA Coleccionables S.A. 2004.
VV.AA. Adult Mortality (Age 15-64) based on death notification data in South Africa : 1997-2004. Edita Statistics South Africa. Pretoria a 2006.
VV.AA. South Africa. Country profile. Drugs and crime. Edita Regional Office fro Southern Africa, United Nations Office on drugs and crime. Sudáfrica a 2002.
VV.AA. Victims of crime survey. Edita Statistics South Africa. 1999.

 Fuentes de la WEB

Crime Statistics. http://www.scribd.com/doc/21674/Crime-Statistics-Assaults
2001 Digital Census  Atlas. http://www.capegateway.gov.za/afr/directories/services/7299/74622
Nation Master (Estadísticas). http://www.nationmaster.com/graph/cri_tot_cri-crime-total-crimes
South Africa Police Service (SAPS). http://www.saps.gov.za/default.htm
Statistics South Africa. http://www.statssa.gov.za/

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